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Madres exiliadas en Tijuana escriben cuentos a sus niños en EU

Madres exiliadas en Tijuana escriben cuentos a sus niños en EU

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Cómo ayudar

Si quiere ayudar a financiar la impresión y traducción de los cuentos visite:

https://goo.gl/XI4fuD

Contacte a los Veteranos Deportados en Tijuana escribiendo a

banishedveteran@yahoo.com

Llame a Héctor Barajas, el director y fundador de la Casa de Apoyo al Veterano Deportado a los teléfonos (626) 569-5491 en Estados Unidos o al (664) 329-1655 en México o contacte a directamente a Sophia Sobko en el correo electrónico:

ms.sobko@gmail.com.

Por nueve navidades Ryan, Alexander y Brannon pidieron lo mismo a Santa Claus; que su mamá pueda regresar a vivir con ellos a Vista, California.

“Alexander dijo una vez que me iba a hacer pedacitos. Yo asustada y le pregunté ¿papi porque me vas a hacer pedacitos? y me contestó “para poderte llevar hasta Vista y allá los pego con glue mami” recuerda Emma Sánchez de Paulsen, de 40 años, quien ahora vive en Tijuana.

Han pasado ya nueve años sin que Sánchez pueda estar con sus hijos y Michael, su marido, en Estados Unidos. Se ha perdido cumpleaños, aniversarios, festivales escolares y la cirugía de corazón abierto de su esposo.

“Es muy duro oír decir eso a un niño tan chiquito tramando cómo llevarse a su mamá, no comprender que pasa”, agrega recordando que viajó a Ciudad Juárez a su cita de migración y le fue negada la residencia así como el reingreso a Estados Unidos por 10 años.

Brannon —ahora de 9 años— tenía apenas dos meses de nacido cuando su madre se quedó en México.

“Desde que estaba en el kínder le contaba historias de que él era un principito que veía a sus hermanos solo el fin de semana, porque ellos se quedaron conmigo hasta los cinco y se los llevó mi esposo para que entraran a la escuela en Estados Unidos porque aquí no podían entrar, no tienen ciudadanía mexicana”, cuenta Sánchez. Ella es parte del grupo de mujeres llamada Dreamer Moms: mujeres deportadas o con salida voluntaria que están separadas de sus familias y buscan regresar a Estados Unidos.

Cada Jueves, las Dreamer Moms se reúnen en el búnker con el grupo de veteranos deportados en Tijuana. Juntos comparten experiencias, consejos y organizan estrategias de activismo para pedir una política migratoria que les permita volver a Estados Unidos.

Hasta aquí llegó Sophia Sobko, emigrante rusa, amante de la literatura y maestra de preparatoria que les propuso hacer cuentos para sus niños.

“Todos aquí tienen a niños en su vida a quienes quieren decirles que son amados, que no es opción del padre estar lejos y que están luchando para reunirse con ellos. Ese es el mensaje más fuerte que resonó con el grupo”, cuenta Sobko.

El reto de escribir fue muy intimidante, pero Sobko los fue guiando lento en seis meses.

“Yo he leído tres libros en mi vida, no me gusta leer, pero Sophia me ayudó mucho a describir a detalle, pensar ideas de cómo resolverlo. Va a ser bonito explicarle a mi hija que todo va a estar bien”, cuenta Héctor Barajas, presidente y fundador de la Casa para Veteranos Deportados en Tijuana.

En el cuento de Barajas hay tres reinos; Amerikaa, ICEland y Dreamland (la tierra de los sueños). En Amerikaa un rey encarcela a los soldados-reyes en ICEland, un lugar frío en el que solo pueden ver a su familia por las noches, soñando. Pero la princesa Lili es curiosa y una investigadora natural y cada vez que ve a su papá en sueños busca una manera de liberarlo.

“Una noche, Lili abraza al rey-soldado y se da cuenta de que se derrite, así que le dice que abrace a todos los demás soldados y es ese abrazo el que derrite el reino de hielo y los libera, demostrando que el amor de un padre y su hija puede superarlo todo. Ella es la heroína de la historia”, cuenta Barajas.

Otra de las autoras es Monserrat Galván, de 32 años, madre de dos niñas que hoy tienen 10 y 12 años. Ella salió de Estados Unidos huyendo de violencia doméstica hace cuatro años y ha perdido contacto con sus hijas, que viven en Carolina del Norte.

“Al principio me asusté, a la mitad dije, me rindo, pero lo logré. Mi cuento se trata de una mamá leona luchando por sus cachorras, está tratando de cruzar un muro para poder reunirse con ellas. Mamá leona pasa por muchas cosas, la encierran, regresa, no puede verlas, papá león no la deja ver a las cachorras. La leona llega a Tijuana sin conocer a nadie hasta que encuentra a otras leonas igual que ella y hacen familia, se hacen manada”, cuenta Galván.

El plan de Sobko era que los niños ilustraran sus propias historias.

Sophia Sobko, coordinadora del proyecto Bedtime Stories-Cuentos de Padres Deportados, durante una celebración del grupo. David Maung
Sophia Sobko, coordinadora del proyecto Bedtime Stories-Cuentos de Padres Deportados, durante una celebración del grupo. David Maung

A Emma la ayudaron a dibujar a sus hijos el cuento que habla de tres elfos; el brujo malo es una sombra-mancha, los tres hermanos los elfos, hay dragones de tristeza que lanzan enfermedad y solo vencen las lágrimas. Pero eso no es posible en muchos casos como el de Galván, así que Sobko contactó al comunitario de Sherman Heights y algunos niños fueron voluntarios para hacer los dibujos de los cuentos.

“Muchos de ellos también vienen de familias donde se vive la separación y conocen la problemática perfecto, me decían ¿verdá que las hienas son los agentes de ICE?” cuenta Sobko.

Y es que esas historias de separación parecen repetirse y el proceso sanador también le ocurre al adulto.

“Todo lo que una lleva guardado lo saca y es como una terapia muy distinta, escribir todo lo que ha pasado. Yo digo que habla del amor de las madres, cualquier madre y somos miles deportadas que somos leonas”, dice Galván.

Sobko espera producir una serie de los diez cuentos impresos y que los niños los reciban para Navidad, que sea un objeto que puedan atesorar para siempre. Ella hizo una campaña de fondeo grupal en Indigogo en la que logró reunir los dos mil dólares iniciales.

“Ahora sigue abierta la campaña para lograr tener fondos para traducir los cuentos que tenemos, para que todos estén en español y en inglés; hacer un sitio y grabar los cuentos en audio con imágenes para que puedan ser difundidos más ampliamente. Estos cuentos de princesas, dragones, libélulas, abejas y estrellas son importantes y cuentan la realidad”, explica Sobko.

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