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Vilna, Lituania y su república feliz

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Sonreír, ser amigo del arte y no manejar a gran velocidad, con el fin de evitar una estrepitosa caída en el fondo del río Vilna, son las primeras reglas que el viajero tiene que seguir al llegar a Užupis.

Este barrio de la capital de Lituana fue, muchísimo años, habitado por judíos; durante la Segunda Guerra Mundial, cayó en el abandono, y después se convirtió en un sitio peligroso para vivir.

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Hoy, es espacio de creación para artistas, cantantes, músicos callejeros, pintores, diseñadores y bohemios, que, en julio de 1998, lo constituyeron como una república (simbólica), con su presidente, himno y día de la independencia, que se conmemora cada 1 de Abril, conocido como April Fool’s Day, equivalente a nuestro Día de los Santos Inocentes.

Los artículos de su constitución fueron escritos por Thomas Chepaitis, ministro de relaciones exteriores de Užupis, y por el músico y poeta Romas Lileikis, presidente de esta sui generis república.

En la calle Paupio se encuentran las placas con los 41 estatutos: un gato no está obligado a amar a su dueño, todos tienen derecho a ser insignificantes y desconocidos, a ser felices y a no comprender nada. También se consagran el derecho a ser perezosos, a equivocarse, a darse cuenta de su irrelevancia y de su grandeza, a ser subjetivos, a ser infelices, a la calefacción en invierno, a celebrar o no su cumpleaños, a llorar y a ser incomprendidos, entre otros (se pueden leer en 23 idiomas).

Para llegar a la zona, hay que atravesar un puente sobre el río Vilna, cuya baranda se encuentra adornada con promesas de amor hechas candado (como solía estar cubierto el puente Nuevo de París) y que nos guía a la arteria principal, Paupio, donde comienza la aventura.

Por sus empedradas callejuelas escuchamos animada música en vivo; en sus pequeños locales, como Visokiu Daiktu Krautuvele, compramos juguetes de hojalata, cajitas musicales y perfumes, ideales como souvenirs.

También hay establecimientos para hacerse tatuajes y boutiques que ofertan pequeñas muñecas hechas de estambre, así como bolsas, cinturones y collares confeccionados con llamativa pedrería e hilos multicolores. Una de las tiendas más pintorescas es Knygynas Keistoteka, cuyo aparente desorden le da un especial encanto

A la hora del refrigerio, es obligado pasar por el café Uzupio y tomar bebidas típicas como el gira, hecha a base de trigo fermentado, un café acompañado con pan negro o una de las cervezas más tradicionales, la Svyturys.

Aquí las festividades se celebran con lecturas de poesía, y los artistas abren las puertas de sus talleres para que locales y turistas atestigüen su proceso creativo. Como el presidente es un poeta y músico local, hasta es posible convivir con él. Tanto el mandatario -vitalicio- como los habitantes disfrutan del espíritu de libertad de la zona.

“Me gusta que este lugar se está haciendo cada vez más popular, creo que la forma en la que aquí se vive nos dice que no hay que tomarnos las cosas tan en serio. Nuestra república es un símbolo de expresión de libertad”, dice Arturas Kavalkicius, vecino de la zona.

No en vano una pequeña placa conmemorativa de la República de Užupis, ubicada en el costado de uno de los primeros edificios del barrio, recuerda el parecido que el barrio tiene con Montmartre, en Paris, Francia.

El paseo puede concluir en una pequeña plazuela vigilada por el Ángel de Užupis, escultura de bronce creada por el escultor Romas Vilciauskas. En esta misma área está una incubadora de arte en donde creadores emergentes pueden dar rienda suelta a su imaginación para así llenar, por ejemplo, las paredes de algunas de las construcciones de llamativos grafitos.

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