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La Patrulla Fronteriza quiere reclutar más mujeres

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La agente de la Patrulla Fronteriza, Érica Sánchez, estuvo al acecho de inmigrantes en las orillas del río Grande, su cabello largo y castaño recogido en un nudo atrás de la cabeza, su maquillaje y el delineador en sus ojos intacto, a pesar del sudor que corría por su rostro en un calor de 100 grados.

Cautelosa, escogía su camino por los traicioneros senderos, abundantes en obstáculos, árboles caídos, ramas espinosas, y agujeros lodosos. También tenía que cuidarse de las serpientes.

El muy gastado camino de tierra estaba plagado de restos dejados por los inmigrantes que ella persigue: ropa interior mojada de hombres y de mujeres colgadas de los árboles de mezquite, pañales, cepillos de dientes, billetes de autobús mexicano tirados, balsas amarillas rasgadas y salvavidas de color naranja. Camino abajo pone una red de sensores electrónicos que alerta a los agentes cuando pasan los migrantes.

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“Hay que dejarlos ejecutar su cometido y llegar uno en el justo momento, si quieres que funcione”, dijo Sánchez. Ella señaló la orilla donde los que cruzan podrían encontrar resguardo. “Donde se ve la línea de árboles hay casas. Así que tienes que ser rápido”.

Sánchez, de 33 años, es una rareza dentro de la patrulla fronteriza. Solo un 5 por ciento de los 21 000 agentes de la agencia en todo el país son mujeres, un porcentaje menor que en otras agencias federales, incluyendo la milicia, que se compone de aproximadamente 15 por ciento mujeres.

Para el 30 de septiembre, o sea al final del año fiscal, la patrulla fronteriza planea contratar a 1600 agentes. No todas las vacantes tienen que ser para mujeres, pero la US Customs and Border Protection tiene una exención federal destinada para enfocarse en las mujeres.

El reclutamiento en masa de mujeres no tiene precedentes y llega después de un incidente el verano pasado cuando la patrulla fronteriza se vio agobiada por una oleada de mujeres y niños en las fronteras sur, sobre todo centroamericanas que cruzan por Rio Grande Valley, Texas, donde trabaja Sánchez. Hay menos inmigrantes que el verano pasado, pero el número de familias ha aumentado este mes, y la región sigue siendo la zona más transitada de la frontera para la inmigración ilegal.

Los salarios para los agentes de recién ingreso fluctúa de los 39 400 dólares hasta los 50 016, con posibilidad de ascenso hasta los 70 192, una muy decente paga para graduados de la escuela preparatoria del empobrecido Río Grande Valley. La Patrulla fronteriza está integrada por 54 por ciento de minorías, sobre todo de latinos.

Solo 5 por ciento de los agentes en Rio Grande Valley son mujeres, 150 de 3000.

Monique Grame, 39, una madre soltera de San Diego, se unió a la patrulla fronteriza hace casi 15 años durante una campaña de reclutamiento, pero se cambió de puesto y se fue a un trabajo administrativo en Washington, D.C., hasta que su hijo se graduó de la escuela preparatoria y ella pudo volver al campo de acción aquí.

Grame es ahora agente adjunto de la Patrulla fronteriza y está a cargo de la estación de la patrulla fronteriza en McAllen; Grame dijo que algunas de las barreras más fuertes para reclutar mujeres han estado siempre relacionadas con la familia. Los agentes a menudo trabajan durante la noche y otros turnos estresantes. Pueden ser asignados a áreas remotas de la frontera que no tienen un fácil acceso. El trabajo es físicamente exigente, solitario y peligroso. La capacitación incluye un curso de obstáculos con una pared de madera de 8 pies de altura, un desafío considerable para muchas mujeres. Aquellos que logran aprobar el entrenamiento y quieren unirse a unidades especializadas tales como patrullas de bicicleta de montaña, barco o ATV tienen que pasar pruebas físicas adicionales.

Hay varias ventajas prácticas que hacen desear agregar agentes femeninas, Grame dijo. Se les pide que entrevisten a las mujeres migrantes que fueron agredidas sexualmente. Pudiera ser que se les pidiera que busquen mujeres migrantes (que a menudo llevan documentos y otros objetos de valor en sus sujetadores) o para recopilar información sobre los contrabandistas de migrantes por medio de charlas con ellas.

“Las mujeres les dicen muchas cosas a las agentes cuando se ponen a platicar entre ellas”, explicó Grame.

Cuando tratamos con las madres inmigrantes y sus familias, dijo, “la percepción es que somos más naturales, que tranquilizamos a la gente”.

Al igual que Grame, Sánchez también era una madre soltera. Criada en Río Grande Valley, tuvo a su hijo cuando era aún una adolescente, se graduó de la Hidalgo High School y de la cercana University of Texas-Pan American, con una licenciatura en justicia criminal. Ella trabajó primero como profesora de prekinder y entrenadora del equipo de porristas, luego consideró convertirse en oficial de libertad condicional, pero no quería quedase estancada detrás de un escritorio.

Antes de que ella solicitara su entrada a la patrulla fronteriza, Sánchez no podía hacer ni una sola flexión en barra o pull-up. Ahora ella puede hacer seis. Se enseñó a sí misma a hacerle frente a la pared de 8 pies y trepar por encima de un obstáculo de mecates para pasar su entrenamiento inicial, y luego consiguió una bicicleta de montaña para practicar y pasar la prueba de una semana de duración de la moto patrulla, fue ella la única mujer agente en su estación que lo logró.

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