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Vuelve la tradición de subir el Cerro Colorado

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TIJUANA – Subir el Cerro Colorado en la mañana o en la noche se está convirtiendo en una moda para los habitantes de la ciudad.

Lo que en los años setentas era una tradición subir, sobre todo el 3 de mayo, en procesión con integrantes de la Iglesia Católica, ahora se realiza por diferentes motivos, sobre todo como un reto personal.

De color rojizo, motivo de su actual nombre, el cerro fue conocido por el grupo indígena Kumiai, nativos de estas tierras, como el cerro de la Tortuga, por tener una forma semejante a la de ese animal.

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El cerro más alto de Tijuana tiene 550 metros de altura, y se encuentra ubicado en la Delegación Cerro Colorado, en la zona este de la ciudad.

Ahora fraccionado y dominando gran parte de Tijuana, el Colorado fue propiedad del Sr. Santiago García, que recibió el título de propiedad por el presidente Benito Juárez García, en 1863.

Pero la historia del Colorado queda al margen de los intereses de quienes lo suben, porque no cuenta con la infraestructura que posee un destino turístico más comercial.

De hecho, es hasta ahorita solo un atractivo para la población local ya que le falta la integración de servicios, desde estacionamientos hasta abastecimiento de agua, guías, señalización, información, comentó el Dr. Ario Estrada, catedrático de la Facultad de Turismo y Mercadotecnia de la Universidad Autónoma de Baja California, quien lo ha ascendido con fines de salud.

A pesar de ello, la ciudadanía se ha volcado a escalarlo y las anécdotas vividas y fotos tomadas circulan ampliamente por las redes sociales.

Algunos ya tienen la experiencia de iniciar la subida antes de las 6 a.m. para evitar los rayos del sol y caminar los 45 minutos promedio que lleva ascender la empinada ladera de tierra resbaladiza.

Otros prefieren citarse a las 5 p.m. equipados con linterna, agua, bordón y tener como recompensa la vista iluminada de Tijuana, con la impresionante cortina de la Presa Abelardo L. Rodríguez.

Ana Luisa Avendaño, ama de casa y nacida en Tijuana, sube el cerro por convivir con sus cuatro amigas una vez al mes, además para hacer ejercicio. “Es una experiencia muy agradable, sobre todo, el estar arriba y ver la ciudad. Las personas que te vas encontrando son amigables y te echan la mano, si lo necesitas”, comentó.

Esta renovada actividad, que forma parte de los retos de logro de muchos tijuanenses ya preocupa a ambientalistas, por la cantidad de basura que empieza verse en el cerro.

“Creo que el concepto de subir un cerro, el que sea, es bueno, pero desafortunadamente muchas personas no tienen conciencia de lo que significa hacer senderismo o caminatas, están erosionando el Cerro Colorado demasiado, y están dejando mucha basura, deben de seguir reglas básicas como levantarla y llevársela a su casa, ya que ahí no hay botes, opinó Alejandra Gómez, dirigente de un grupo scout de la ciudad.

Al contrario de otros, hay grupos que escalan con la única intención de recoger las bolsas de plástico o las botellas que otros dejan.

Estudiantes desde primaria a universidad, compañeros de trabajo, amigos o familias completas exhiben sus fotos en internet en las cuevas que se encuentran en el cerro o a un lado de los postes de teléfono que marcan el ascenso, otras más al lado de la cruz formada por piedras sobre el suelo.

Quienes suben, sobre todo de día, aprovechan para compartir sus alimentos y reconocer Tijuana desde lo más alto del municipio

Escalar el cerro requiere entrenamiento previo: algunos que aceptan la invitación sin tener condición se retiran al terminar la primera parte de la subida o se quedan rezagados entre el inicio del cableado, viendo desde abajo como otros ya conquistaron la cima al pie de las antenas de radio y televisión que coronan la parte más amplia.

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