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Los riesgos de tener un presidente pacifista

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Es fácil olvidarse que el presidente Barack Obama ganó el Premio Nobel de la Paz apenas nueve meses después de llegar a la Casa Blanca. En aquel entonces, el presidente representaba solamente la promesa de abrir un nuevo capítulo de diálogo y diplomacia en el ámbito internacional.

Esa promesa se hizo más que realidad.

El presidente Obama le puso fin a las guerras sangrientas de Irak y Afganistán, evitó guerras potenciales en Libia y Siria, y firmó un acuerdo nuclear histórico con Irán, cuyos políticos lideran manifestaciones en contra de Estados Unidos con el grito “Muerte a América”.

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La pregunta es: ¿está más seguro el mundo con un presidente pacifista en la Casa Blanca?

No necesariamente.

Hoy en día Libia es un estado fallido. Esta semana en Afganistán el grupo extremista del Talibán tomó temporalmente la ciudad estratégica de Kunduz. Aunque las fuerzas del gobierno afgano retomaron la ciudad unos días después, los terroristas demostraron que tienen la capacidad de emprender operaciones militares a gran escala.

En Irak, el retiro de tropas estadounidenses hace unos años creó un vacío de liderazgo que, en conjunto con las debilidades del gobierno iraquí, propició el ascenso del llamado Estado Islámico, un grupo de extremistas musulmanes que tienen desestabilizado todo el Oriente Medio.

Y en la guerra civil de Siria, la estrategia de intervención limitada de Estados Unidos ha sido un fracaso total. Los rebeldes moderados, que son los “buenos” de la película, están perdiendo la batalla contra el gobierno y el propio Estado Islámico.

Por si esto no fuera poco, Rusia se invitó a la fiesta con más de 50 aviones, helicópteros, tanques y cientos de soldados, y está bombardeando a los rebeldes que apoya Estados Unidos. El puro acto de su presencia en la guerra representa un serio reto al liderazgo estadounidense en el conflicto, y un serio riesgo de que se desate una guerra proxy entre Estados Unidos y Rusia, con todo el potencial nuclear que conlleva un conflicto entre dos potencias militares.

Si bien George W. Bush pecaba de ser demasiado agresivo en el ámbito internacional, luego de comprometer al país en dos guerras costosas y de ganarse muchos enemigos, Obama parece representar el otro extremo, y no de una buena forma.

El pacifismo también puede causar complicaciones, conflictos o guerras.

Aún no está claro cuál será la respuesta de Estados Unidos ante el agresivo arribo de Rusia, cuyo narcisista líder, Vladimir Putin, parece estar dispuesto a hacer lo que sea para retar a Obama en el ámbito internacional.

Estamos en un punto clave que puede definir el futuro de otros conflictos igualmente complicados, como el de las disputas territoriales de China. El país comunista comenzó a construir islas justo en medio de algunas de las rutas comerciales más transitadas del mundo, y asegura que las aguas alrededor de las islas son su propiedad, ante la consternación y preocupación de la comunidad internacional.

El destructor USS Benfold dejó el puerto de San Diego la semana pasada en ruta a Japón, su nueva casa. Su presencia tiene como fin fortalecer la presencia militar estadounidense en el pacífico con uno de sus mejores buques militares, en cuyo vientre descansan poderosos misiles guiados dignos para apaciguar aguas turbulentas.

Sin embargo, el posicionamiento estratégico de fuerzas militares nunca ha sido nuestro problema. Tenemos el ejército más poderoso del mundo, y por mucho, con casi una docena de portaviones, docenas de submarinos nucleares y una infraestructura militar sofisticada con tecnología de punta. En donde nos hemos quedado cortos en los últimos años es en el uso de nuestro poderío militar.

Tiene que existir un punto medio entre Bush y Obama, donde hacemos lo suficiente para controlar los conflictos sin arriesgar demasiado. Quizá nos falta un poco más de agresividad que haga a líderes como Putin y Xi Jinping de China pensarla dos veces antes de invadir países o construir islas en territorio internacional, y apoderarse de los corredores comerciales más importantes del mundo.

Con la lluvia de misiles rusos sobre Siria, el conflicto es ahora más complicado.

Sí, es importante mantener la paz. Pero tampoco hay que tenerle miedo a los trancazos.

La paz depende de ello.

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