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Homenaje al fin de la vida a través de la fotografía de Jim Platel

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En un cementerio improvisado se encuentra una niña de falda larga, mirada intensa y cabellos recogidos, con una blusa estampada a rayas que parecen trenzarse horizontalmente, mientras una tela atada a su pecho carga a un niño en la espalda que parece mirar hacia abajo la vegetación seca que sostiene la cruz, que en su leyenda dice: “Falleció Julian Xarpio septiembre de 1984”.

Ese instante se titula Bajo dos volcanes y la imagen es la portada del libro, La muerte y su día del fotógrafo estadounidense, James Arnold Platel, mejor conocido como Jim Platel.

La fotografía fue tomada en la zona rural de Pastores, Guatemala, en 1987 y se titula Bajo dos volcanes porque a varios kilómetros detrás de los niños hay dos volcanes que vigilan entre el blanco y negro de la imagen, el comportamiento del campo.

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“El libro expresa la tristeza sobre la muerte. Hay un esposo, padre, madre, hijo o amigo que ya no vive, es un día sobre la ausencia”, expresa Platel de 63 años al justificar la esencia de la publicación independiente que cuenta con cincuenta ejemplares, editados recientemente y realizados con entrega y entusiasmo por el mismo fotógrafo.

Con el instinto de su ojo que sabe cuándo es el momento de tomar la foto, considera que la muerte no solo es un día de celebración, sino que también se trata de la soledad en un panteón, una cruz enterrada a la orilla de la carretera o un paisaje muy triste, por lo que busca que la gente piense más sobre el tema, con una visión más amplia y profunda.

Las fotografías incluidas en la obra fueron tomadas durante tres décadas en diversos viajes que realizó por México, Estados Unidos y Guatemala, buscando registrar la celebración popular que burla o rinde homenaje a la muerte o la pelona, como comúnmente se le llama en México.

En noviembre de 2013, algunas de sus obras fueron expuestas en la galería Casa Valencia en San Diego y a raíz de esa exposición surgió la idea de recopilar esa serie de imágenes tomadas en diversos viajes que realizó.

Su interés artístico llevó a Platel a presenciar momentos en cementerios, desfiles en el zócalo, noches iluminadas con velas e incluso experiencias que le dieron la oportunidad de conocer la esencia de la tradición en diversos lugares.

“No importa en qué parte estés, cuando viene el fin de octubre, ya se pintan, calaveras, catrinas y calacas. Hay una cantidad enorme de arte popular. En Oaxaca construyen imágenes de aserrín y arena colorada, sobre las calles y bailan figuras gigantes como si fueran humanos. En los panteones, la gente pasa toda la noche con sus ancestros para comer, tomar, tocar música reír y llorar”, recuerda impresionado Platel.

La historia detrás de la imagen

Una de las fotografías que más guarda en su memoria es de su primera visita a las Cascadas de Agua Azul, Chiapas en febrero de 1983. La imagen se impone en blanco y negro, mientras la cascada sigue su curso. Troncos de árboles se atraviesan sutilmente, mientras el agua sigue su corriente. La vista evoca la tranquilidad, pero la historia detrás de la fotografía tiene un final triste.

Era un día nublado muy húmedo y en la parte alta de las cascadas, el río se dividía en dos partes, separadas por una enorme roca. Dos personas cayeron al río sobre las cataratas y se ahogaron, uno de los cuerpos estaba pegado a la gran roca y quedo colgado lo que restaba del día.

Cuando Platel regresó en 1987, dos cruces estaban ahí, en memoria de las víctimas. Esa imagen no tiene título.

De sicología a fotografía

Platel, nació en Chicago –ciudad que aún no conoce– y fue criado durante 26 años en Oklahoma, estudió sicología y una especialidad en genética, después trabajó muchos años en el cuarto oscuro.

Entre risas y con una sencillez digna de admirar, reconoce que le encanta la ciencia, pero no puede trabajar en ella por su condición natural de artista.

A los 23 años, Platel tuvo su primer acercamiento con el arte de la imagen gracias a un amigo que le prestó una cámara para empezar a retratar en blanco y negro paisajes del desierto y montañas. Después las revelaba en el cuarto oscuro y era el primer testigo de la imagen que sus ojos y manos registraron.

El amor por una mujer lo trajo hasta California y después sus experimentos visuales, hasta Tijuana, su actual residencia en la Casa del Túnel, en la colonia Federal, a unos minutos de la garita internacional de San Ysidro.

La fotografía le ha traído experiencias maravillosas. Hace varios años tuvo la oportunidad de tomar un taller con el fotógrafo de paisajes reconocido, Ansel Adams, quien le cambió la vida porque revisó sus fotos y criticó acerca de la composición y la tonalidad de sus imágenes. Una duna en el desierto, fascinó a Adams y señaló que pudo mejorar el tono de la misma. La pasión por el retrato aumentó.

“A partir de entonces, para mí la composición es muy importante, yo siento cuando es el momento de disparar y lo hago”, expresa el fotógrafo.

Platel realizó su primer viaje a Guatemala a principios de los años 1980 y le encantó tanto porque cambió su vida, empezó a importar artesanía durante diez años, tiempo que aprovechó para tomar diversas fotografías de los pueblos, los grupos indígenas, los mercados y paisajes naturales que exploraba.

Así fue como empezó a visitar los panteones y a conocer las tradiciones del día de muertos, en especial de Guatemala y de México.

Actualmente, Platel retrata a artistas y músicos en diversos eventos culturales de la ciudad, este proyecto tiene como título Noches en Tijuana y se puede encontrar en su página de Facebook: Jim Platel, noches en Tijuana. Ahí puede conseguirse el libro.

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