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Estudiantes universitarios viven como indigentes en San Diego

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SAN DIEGO – Después de que la última clase del día ha terminado y los salones de computación y la biblioteca han cerrado, no todos los estudiantes del colegio comunitario de San Diego van a casa.

Algunos se registran en los albergues locales. Otros, aterrizan en el sofá de la casa de un amigo y otros se encamina hacia algún cañón aislado donde puedan pasar la noche.

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Unos estudiantes pueden tener que retirarse temprano para poder hacer la fila donde les darán comida. Otros, duermen en su coche estacionado en algún lugar y hacen sus tareas alumbrándose con una linterna de mano.

Nadie sabe exactamente cuántos estudiantes de la universidad comunitaria de la ciudad están sin hogar, pero se estiman que podría ser más de 300. Con más de 800 personas, según informes, durmiendo en las calles del centro de San Diego, no sería de extrañar que algunos de ellos estén tomando clases en el colegio comunitario de barrio.

Rose LaMuraglia, decano de la escuela de negocios, tecnología de la información y cosmetología del colegio, dijo que el campus ha tomado varias medidas para ayudar a los estudiantes necesitados y a los que carecen de casa. Entre sus acciones se incluye mantener una alacena de alimentos que dispensa comida gratis y abrir una tienda de segunda llamada Fantastique el pasado mes de enero. Ambas son gestionadas por estudiantes del programa empresarial de la escuela de negocios.

LaMuraglia y Leroy Brady, quien es maestro de la escuela de negocios, dijeron que se enteraron de las muchas personas necesitadas que hay en el campus tras instalar un programa que se enfocó en los estudiantes de bajos ingresos.

“Tenemos más de 300 estudiantes que viven en la calle”, dijo LaMuraglia. “Se lo garantizo”.

LaMuraglia ha escuchado tantas historias de estudiantes desventurados que ella se asegura de que haya una caja de pañuelos desechables en cada escritorio donde ella pueda encontrarse con ellos ya que sus encuentros suelen ser a menudo emocionales.

LaMuraglia recuerda a una estudiante que se echó a llorar en su oficina mientras le contaba cómo había perdido su trabajo como profesora de jardín de infantes por razones de salud, luego perdió su casa, su departamento y todo lo que poseía.

“Algunos de ellos no tienen ni siquiera lo suficiente para alimentarse”, comenta LaMuraglia. “Están a un paso de vivir en la calle”.

La decana señaló que la primera vez que ella se dio cuenta de que en el campus había estudiantes sin hogar fue cuando conoció a Fred Cornelius, quien asistió a la escuela a finales de la década de 1990.

“En mi vida había visto alguien tan dispuesto a trabajar”, dijo sobre Cornelius, que tenía un trabajo como informático en el campus.

LaMuraglia contó que se sorprendió mucho cuando un día Cornelius no quiso quedarse en la tarde. A la mañana siguiente, él le confió que estaba viviendo con el padre Joe y tenía que estar en la línea para recibir sus alimentos a las 4 de la tarde.

“Fue una gran sorpresa”, expresó. “Era muy buen estudiante y muy buen trabajador, pero al final del día, lo que le esperaba era esperar en línea para obtener comida y un catre en el albergue de Father Joe’s. Eso me rompió el corazón”.

Cornelius, de 61 años, ahora tiene un empleo fijo trabajando con computadoras en UC San Diego y le reconoce la labor de LaMuraglia y otras personas de la escuela por ayudarlo.

“Pienso que ellos me alentaban mucho”, dijo. “En la posición en la que me encontraba, una persona mayor que no necesariamente tenía una maravillosa actitud, me aguantaron y me animaron a seguir este camino. Me dieron energía, auto respeto para seguir adelante. Yo había perdido ese tipo de cosas”.

Cornelius dijo que es normal que los estudiantes sin hogar asistan a City College en lugar de Mesa o Miramar, que también están en el distrito de colegios comunitarios de San Diego, debido a que muchos de ellos viven en centro de la ciudad.

Mike Hanes, de 39 años, asistió al City College a mediados del 2000. Como veterano de la marina que acababa de regresar de Irak, Hanes dijo que estaba en una situación donde tuvo que elegir entre pagar el alquiler y pagar la universidad, y estaba desesperado por volver a la escuela.

“Si podía salir (de clase) temprano, podía ir al salón de computadoras y hacer mi tarea”, explicó. “Pero cuando salía del salón de computadoras, caminaba hacia el área más arbolada de Balboa Park y buscaba los arbustos más espesos que podía encontrar, cualquier cosa que estuviera lejos de la gente para poder subirme ahí”.

Hanes, que fundó Dang! Hot Sauce, que está a la venta en línea y en algunas tiendas de alimentos integrales, dijo que nadie nunca supo nada acerca de su situación porque se mantenía bien arreglado y se duchaba en un gimnasio o en la playa.

Brady dijo que muchos estudiantes tienen que elegir entre buscar un lugar para vivir o ir a la escuela. Él y LaMuraglia dijeron recordar a una mujer de más de 30 años que empujaba un carrito por toda la escuela con todas sus pertenencias y lo escondía debajo de una escalera mientras iba a clase.

En 2011, el departamento de la escuela de negocios recibió una subvención federal para iniciar un programa de trabajo para estudiantes necesitados, llamado Excellence through Pride (excelencia a través del orgullo). Con 75 estudiantes, Brady y LaMuraglia llegaron a conocer bien a varios de ellos, y esto abrió sus ojos a cuántas personas estaban necesitadas.

“Yo podía llenar sus necesidades educativas, pero se necesitaba mucho más que eso”, dijo Brady. “No tenían nada que comer”.

Brady y LaMuraglia descubrieron una organización que proporcionaba alimentos por valor de 100 dólares si pagaban aproximadamente 35, y utilizaron el servicio por alrededor de un año y medio para pagar personalmente por las comidas para casi una docena de estudiantes.

Cuando se enteraron de que la despensa del colegio casi no se usaba y que estaban a punto de cerrarla, trajeron al departamento de negocios, se estableció un horario regular y se encontraron donaciones constantes para mantener la despensa abastecida. A todos los estudiantes se les permite tomar de dos a cuatro alimentos dos veces por semana, dependiendo del inventario.

En enero, el plan de LaMuraglia de abrir una tienda gestionada por los estudiantes llegó a buen puerto con la apertura de Fantastique. La tienda vende ropa con descuentos significativos. Y los estudiantes que van a tener alguna entrevistas de trabajo pero no pueden permitirse el lujo de tener la ropa adecuada, pueden conseguirla gratis. También pueden obtener un corte de pelo de parte de los estudiantes de cosmetología antes de sus entrevistas.

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