Advertisement
Advertisement

Veterano de guerra esperaba empezar de nuevo

Share

Andrew Tahmooressi dice que quería empezar de nuevo cuando llenó su camioneta Ford F-150 con todas sus pertenencias y se dirigió a California desde Florida. El ex Marine de 25 años había abandonado sus estudios en la universidad, roto con su novia y no sabía qué le deparaba el futuro.

Y acabar en México no era parte de su plan.

Tahmooressi se encuentra detenido en una prisión federal de Tijuana acusado por posesión de armas, todo como resultado, como él dijo, de pasarse la última salida de la interestatal 5 y cruzar la frontera accidentalmente con tres armas de fuego.

Advertisement

“Nunca quiere entrar a México”, dijo Tahmooressi en una entrevista reciente en la Penitenciaria Estatal de La Mesa. “No traía malas intenciones, no tenía intención de hacer contrabando con mis armas, no tenía intención de venderlas ni nada por el estilo”.

A pesar de esto, se le han presentado cargos por posesión de dos armas de fuego de uso exclusivo de las fuerzas armadas mexicanas a lo que no se permite fianza. En caso de ser declarado culpable, podría ser condenado a entre 6 a 21 años de cárcel en México, dijeron sus abogados mexicanos.

Cuando se le entrevistó, todavía permanecía en la enfermería bajo vigilancia tras intentar escapar y hacerse un corte en el cuellos con un trozo de bombilla rota. Ya no se le considera un riesgo para sí mismo o para los demás y no está esposado a la cama por los brazos y las piernas ni se le está administrando medicación.

Vestido con un uniforme gris de recluso, el detenido contó su historia tranquilo en una pequeña sala de visitas del patio de la prisión ante la presencia de un guardia armado.

“Ahora se le ve bien, mucho más tranquilo”, dijo Jesús Héctor Grijalva Tapia, jefe del sistema penitenciario de Baja California. “Un pastor cristiano ha estado visitándolo y eso ha sido muy importante”.

Decenas de ciudadanos estadounidenses son detenidos cada mes por violar involuntariamente las estrictas leyes mexicanas sobre armas, según información del Departamento de Estado norteamericano. “Pretender no saber sobre la ley no le evita ser responsable ante un oficial de policía o ante el sistema judicial”, informa la página web del consulado de Estados Unidos en Tijuana.

Los abogados de Tahmooressi, Alejandro Estrada y Alejandro Osuna, dijeron en un correo electrónico que la estrategia de su cliente será “la verdad”.

“Creemos la versión de nuestro cliente de que por error entró a México”, escribieron. El código criminal federal de México establece que la ausencia de intención “es una excepción a la aplicación de una pena. El sargento Tahmooressi nunca tuvo la intención de poseer armas en México”.

El Marine veterano de guerra no es el primero en afirmar que llevó a México con armas por error.

En 1999, un Marine estacionado en Pendleton fue detenido dos semanas en Tijuana después de entrar al país manejando y portando armas de fuego. El militar dijo que lo hizo por error y un juez federal ordenó su puesta en libertad después de que el procurador general de México pidiera que se le retirasen todos los cargos.

Los abogados de Tahmooressi dijeron que el caso contra su cliente podría ser desestimado si la Procuraduría General de la República en la Ciudad de México solicita el levantamiento de los cargos. El juez también podría desestimar el caso antes de que se dicte sentencia si se hubiera producido una violación grave de las garantías procesales.

“En particular, si usted no está familiarizado con la zona, puede acabar manejando a México tras pasar el “punto de no retorno” en San Ysidro”, dijeron los abogados. “Claramente, todos nos beneficiaríamos de carteles más claros y otra forma de volver a Estados Unidos”. Los abogados también pidieron “algún mecanismo de cooperación inmediata se debe poner en práctica para permitir que los ciudadanos de los Estados Unidos puedan volver de los servicio de aduanas mexicanos a los estadounidenses y viceversa”.

Tahmooressi sirvió durante cuatro años en los Marines, incluyendo dos rondas en Afganistán donde estuvo a cargo de una ametralladora y fue jefe de sección a cargo de 15 infantes de marina. Recibió licencia con honores en noviembre del 2012, dijo Tahmooressi.

La detención Tahmooressi en México se produjo menos de dos semanas después de su llegada a San Diego tras llegar de Daytona Beach, donde residía últimamente. Tras abandonar los estudios para ser piloto, dejó la carrera de ingeniero mecánico y recientemente había roto con su novia. Manejó por todo el país con todo lo que tenía, incluyendo una motocicleta, una bicicleta y tres armas: una escopeta de cartuchos, una pistola calibre .45 y un AR-15, todas registradas a su nombre.

Amigos de su etapa militar le estaban ayudando a encontrar su camino en San Diego. Tahmooressi dijo que había estado deprimido y que buscó ayuda con el hospital del Departamento de Asuntos para Veteranos de La Jolla, donde un médico le diagnosticó con trastorno de estrés postraumático, dijo Tahmooressi. La noche de su detención, el 31 de marzo, se dirigía a reunirse con unos amigos a comer comida mexicana en San Ysidro, dijo.

“Iba a llamarles después de salir de la autopista pero nunca salí, me la pasé”, dijo. “No estaba prestando atención pensando que todavía me quedaba mucho camino por recorrer. Acabé en México sin tener forma de dar la vuelta”.

En la puerta de entrada de El Chaparral en Tijuana, trató de detenerse ante las puertas automáticas pero se le permitió acceder y a continuación le dirigieron hacia la zona de inspección. “Ellos dijeron, ‘¿Qué es lo que tiene allí?’. Yo dije, ‘un montón de cosas y tres armas’, y les dije, ‘No quería estar en México’”.

Rápidamente fue rodeado por soldados y funcionarios civiles y llevado bajo custodia federal. Tres días después, le llevaron a la penitenciaría de La Mesa. Allí, en un principio compartió la celda con otros 15 detenidos.

“No parecía que yo importase a nadie, no parecía que tuviera ninguna ayuda”, explica. “Algunos de sus compañeros de celda que hablaban inglés, empezaron a burlarse de mí para tratar de que estuviera más asustado de lo que ya estaba”.

Una noche, cuando le dejaron salir de la celda para realizar una llamada telefónica, Tahmooressi trató de escapar a la vista de los guardias y los reclusos. Saltó sobre la puerta, llegó al techo, lo cruzó y se subió a otro techo. Cuando un guardia abrió fuego dando a una pared junto a él, Tahmooressi dice que se entregó. El incidente le valió el apelativo de Spiderman.

Alojado en una celda de aislamiento, se asustaba cada vez más, cuenta Tahmooressi. Agarró la luz y se cortó con ella el cuello, haciéndose una pequeña herida. Fue llevado a Hospital General de Tijuana donde recibió puntos de sutura.

No se queja del tratamiento que está recibiendo, pero echa de menos a “mi familia, mis amigos, buena comida”.

Las visitas regulares del capellán angloparlante Luis Benito Juárez y su fe cristiana le están ayudando a salir adelante, dice Tahmooressi. “Pongo mi fe en Dios y él se hará cargo de mí”, afirma. “Fue solo un gran error y espero que la gente de aquí se de cuenta de esto y de que el juez también se dé cuenta de eso. Ahora estoy bien, estoy tranquilo y más relajado”.

Advertisement