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Menos menores mexicanos huyen al otro lado de la frontera

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Ricardo, un muchacho de 17 años y originario del estado de Veracruz, dijo haber intentado cruzar dos veces la frontera en días recientes, pero fue detenido por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos y envido de vuelta a Tijuana. El jueves pasado, el adolescente moreno y delgado estuvo en un centro de recepción que opera el estado en el este de Tijuana, listo para su tercer intento, dijo él, y de ser necesario, hasta un cuarto.

El foco recientemente ha estado sobre la explosión de niños centroamericanos que viajan solos y que han estado huyendo de la violencia y la pobreza que cada vez se incrementan más. Sin embargo, hasta este año, las aprehensiones de menores mexicanos que viajaban solos sobrepasó el número de cualquier otro país.

El año fiscal anterior, la Patrulla Fronteriza reportó 17 240 aprehensiones de niños mexicanos en la frontera del suroeste. Las tendencias han estado cambiando: Hasta el 15 de junio del año fiscal actual, las aprehensiones de niños sin acompañar de Honduras y Guatemala superó las cifras de México, con 15 207 y 12 670, respectivamente, versus 12 146. El total para El Salvador durante el mismo periodo fue de 11 436.

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Los niños mexicanos son tratados diferente bajo la ley de migración de Estados Unidos de aquellos que vienen de países de Centroamérica. La ley permite que los niños sin acompañar de países vecinos —Canadá y México— que son presuntamente inadmisibles sean devueltos rápidamente a los gobiernos de esos países.

En Estados Unidos, el arribo de niños centroamericanos sin acompañante ha provocado reacciones que van desde la preocupación hasta la protesta. Pero poco se ha dicho de los menores mexicanos, porque, más que nada, no se quedan aquí y no están saturando los albergues y los tribunales de migración.

La mayoría son devueltos a México, se les ofrece partida voluntaria y son entregados por Aduana y Protección Fronteriza de Estados Unidos a través de consulados mexicanos a la custodia del Instituto Nacional de Migración en México.

Las autoridades de Baja California dicen que muchos de los menores que ven llegar a la frontera vienen con la esperanza de reunirse con sus familiares en Estados Unidos. “Es muy raro que digan, ‘Estoy huyendo de la violencia´”, dijo Roberto Rendón, quien dirige el módulo estatal en Tijuana encargado de recibir a niños migrantes sin acompañante que son deportados a esa ciudad: y que son como unos 80 al mes. “En la mayoría de los casos, su motivo está ligado a un miembro de la familia”.

Ricardo, el muchacho de 17 años originario de Veracruz, dijo que se fue porque “no hay trabajo” allá en su comunidad rural donde vive con sus padres y 10 hermanos y hermanas menores. Voló a la frontera con un tío de 34 años, con planes de encontrarse con otro tío que trabaja de jardinero en Los Ángeles. Éste era su primer viaje a la frontera, financiado por sus familiares en Los Ángeles, dijo, quienes le pagaron 2000 dólares a un contrabandista para que lo cruzara. Ricardo dijo que sus padres habían llorado, pero lo dejaron irse.

Grupos que apoyan a niños y que trabajan con menores sin acompañante dicen estar viendo un incremento en las cifras de los niños mexicanos que dicen estar huyendo de la violencia en casa. En un reporte publicado en marzo por United Nations High Commissioner for Refugees, Children on the Run, se entrevistó a 404 niños de El Salvador, Honduras, Guatemala y México. Se encontró que el 64 por ciento de los niños “suscitaron necesidades de protección”, comparado con el 72 por ciento de El Salvador, 57 por ciento para Honduras y el 38 por ciento para Guatemala.

“Un sorprendente 38 por ciento de los niños de México han sido reclutados en la industria de tráfico de personas, precisamente por su edad y vulnerabilidad”, según indica el reporte.

Los adolescentes mexicanos que son devueltos en la frontera de San Diego suelen terminar en la Casa YMCA en Tijuana, un albergue de 24 camas. La casa es una de cuatro albergues Casa YMCA en cuatro ciudades fronterizas mexicanas que reciben migrantes que van de los 13 a los 17 años de edad. Hace poco, un día entresemana en la Casa YMCA, dos muchachas adolescentes estaban esperando saber de sus familiares. Jhoana, de 14 años y estudiante de secundaria en La Sabana, Guerrero, dijo haber viajando con unos tíos y primos esperando reunirse con su abuela en Miami. Sus compañeros de escuela habían estado siendo víctimas de secuestro en su camino a la escuela, dijo ella, y se había puesto muy peligroso salir de noche. Pidió asilo en el Puerto de Entrada de San Ysidro, dijo ella, pero la regresaron.

La mayoría de los menores sin acompañante son detenidos en la frontera. Los niños centroamericanos son devueltos dentro de 72 horas al Departamento Estadounidense de Salubridad y Servicios Humanos y puestos en albergues donde son revisados para un posible apoyo migratorio. Los niños mexicanos también deben pasar por revisión bajo una ley del 2008, pero el proceso es más rápido y, dicen los críticos, menos minucioso. La ley requiere que dentro de 48 horas sean revisados para asegurarse que no sean víctimas de tráfico o tengan un posible reclamo de asilo.

Mientras que otras áreas en la frontera Estados Unidos-México han estado abrumadas con las altas cantidades de menores sin acompañante, este no ha sido el caso en la frontera California-Baja California. El sector de San Diego de CBP este año fiscal reportó 706 aprehensiones de menores sin acompañante (de todas las nacionalidades, pero principalmente mexicanos) hasta el 15 de junio, un incremento contra el total de 439 del año pasado. Pero esta cantidad es nada contra Río Grande Sector en Texas, donde las cifras fueron de 37 621.

Otro indicador es la cifra que muestra los mexicanos sin acompañante que son devueltos a México en San Ysidro. El consulado mexicano en San Diego ha operado desde 1997 una oficina en San Ysidro que revisa a los niños deportados sin acompañante “nada más para asegurarnos que están bien y que sus padres no están aquí en Estados”, dijo Remedios Gómez Arnau, la cónsul general. “El año pasado fue el punto más bajo en 14 años”, dijo Gómez Arnau. El total de menores sin acompañante detenidos y deportados a México por San Ysidro llegó a su pico con casi 5000 en el 2005, y luego bajó constantemente hasta 973 el año pasado. “Primero empezamos a ver la disminución en menores sin acompañante y luego vino la disminución de los adultos”, dijo Gómez Arnau. “El fenómeno de la migración es complejo. Necesitamos entender los diferentes elementos que disparan o no la migración. Cuando vemos la desaceleración económica en Estados Unidos, claro que vemos el reflejo de eso en menos migrantes de México”.

Aquel jueves, Ricardo, el joven de Veracruz, estaba esperando que su tío lo recogiera en el albergue. Mientras se preparaba para hacer una llamada telefónica, se sentó en un sofá a ver la televisión con dos muchachos de 15 años de edad del estado de Guerrero. Ambos mixtecos, los migrantes se veían cansados y asustados. Dijeron que solo querían regresar a su casa. Pero Ricardo fue más determinante para cruzar. Aún así, si los próximos dos intentos no funcionan, dijo, “Ya no lo intentaré”.

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