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Las drogas apagan su luz

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En el terreno de juego hollywoodense no es novedad que el escándalo opaque al talento.

En estos días, dos astros han estado en el blanco de los titulares no por su fabuloso desempeño sino por lo que hacen en su vida privada.

El brillante Philip Seymour Hoffman perdió finalmente la batalla -que parecía ganada- contra la heroína.

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Y Woody Allen, cuya cinta más reciente Jazmín Azul está en el gusto y en la boca de todos, se hunde entre acusaciones de pederastia hechas por una de sus hijastras.

Mientras Hollywood se prepara para la noche más luminosa del año, los Entrega de los Óscares, estas dos admirables estrellas dan el apagón en las noticias.

SUS ÚLTIMAS HORAS

Muy pocos notaron un comportamiento extraño en Philip Seymour Hoffman durante las últimas 24 horas de su vida.

Un día antes de ser hallado muerto, el actor de 46 años llegó como todos los sábados en la mañana al Chocolate Bar de la Octava Avenida de Nueva York para pedir su tradicional expreso con cuatro “shots”.

De acuerdo con empleados de la cafetería, Hoffman lucía normal.

“Se veía perfectamente bien, traía buena vibra, se veía feliz”, declaró el gerente del lugar, Jonathan Hanson, a la cadena CNN.

Aquella tarde asistió junto con otras dos personas al restaurante Automatic Slims en West Village, en lo que se supone fue una cena de negocios.

El ganador del Óscar comió una hamburguesa con queso y bebió jugo de arándano con agua mineral. No bebió alcohol, a pesar de que sus compañeros de mesa ordenaron cerveza, según el bartender del sitio ubicado en el 733 de la Calle Washington.

A las 8 de la noche, el actor hizo una llamada a la madre de sus hijos, la diseñadora Mimi O’Donnell. Ella es la única persona que dijo después a la Policía de Nueva York que Hoffman parecía algo “high” (drogado) durante la conversación.

Poco después, alrededor de las 9 de la noche, el actor sacó mil 200 dólares de un cajero automático, cifra que se especula pagó a su dealer por la heroína que habría de matarlo.

Doce horas después, es decir, a las 9 de la mañana del domingo, debía de pasar por sus tres hijos, Cooper, Tallulah y Willa (de 10, 7 y 5 años), pues el plan era convivir con ellos y ver con su hijo el Súper Tazón, según fuentes entrevistadas por US Weekly.

Antes del mediodía del domingo fue encontrado por su amigo David Katz en el baño de su departamento con una jeringa en el brazo izquierdo, sentado, en shorts y camiseta.

La Policía llegó poco después de las 11:30 de la mañana y halló 72 bolsas de heroína, 49 de éstas estaban selladas y 23 ya habían sido usadas, reportó el New York Post.

Además, encontraron dos cucharas para “cocinar” la droga, jeringas, una pequeña dosis de cocaína y varios medicamentos, entre ellos, clonidina (para la hipertensión), hidroxicina (para disminuir la ansiedad) y methocarbamol (relajante muscular).

Katz declaró al New York Times que una semana antes lo había visto “limpio y sobrio”.

En mayo del 2013 y luego de haber permanecido sin consumir durante 23 años, Huffman pasó 10 días en una clínica, pero sus intentos por mantenerse sobrio se quedaron cortos.

Poco antes de la Navidad pasada, Hoffman y O’Donnell terminaron una relación de casi 15 años y él cedió a la familia su departamento de Manhattan valorado en 4.4 millones de dólares.

DROGAS ROBAN JOYAS ACTORALES

Cuando Broadway anunció el lunes que apagaría las luces de sus teatros durante un minuto en memoria de Philip Seymour Huffman, hubo voces que interpretaron este gesto como la glorificación de un adicto a las drogas.

Más allá de esta opinión, su muerte abre de nuevo el debate del uso y abuso de drogas en una industria que a veces parece hacerse de la vista gorda ante esta problemática.

No hay muertes menos o más lamentables que otras, pues es cuestión de percepción, pero la de Huffman se une a otras en donde las adicciones se llevan a un talento realmente sobresaliente a temprana edad.

Entre los que incluye esta lamentable estadística está River Phoenix, quien tenía el potencial de convertirse en un ídolo más grande -tal vez- que Johhny Depp, pero murió a los 23 años en 1993 por sobredosis de cocaína y heroína.

Heath Ledger no alcanzó a ver la influencia que tuvo su Guasón ni recibir su Óscar porque en enero del 2008 lanzó su último aliento a los 28 años, tras la intoxicación con varios medicamentos.

El año pasado, Cory Monteith falleció a los 31 por mezclar heroína y alcohol cuando aún Glee era una serie muy consentida por el público.

¿VERDAD O CALUMNIA?

En medio del luto que viven familiares y amigos de Philip Seymour Huffman ha salido una escandalosa noticia que huele a calumnia y es que el National Enquirer publicó que el dramaturgo David Katz, quien halló muerto al actor, ofreció una entrevista en donde señaló que entre ellos había una relación tan cercana como íntima.

“Éramos amantes homosexuales, teníamos una relación”, supuestamente habría dicho al tabloide sensacionalista.

De acuerdo con el NY Daily News, Katz ve la posibilidad de demandar al National Enquirer porque argumenta que él jamás les dio una entrevista.

LLENO DE PREMIOS

Entre las distinciones que logró Philip Seymour Hoffman se encuentran:

  • Cuatro nominaciones al Óscar. Sólo ganó la estatuilla en la premiación del 2006 por su interpretación de Truman Capote en Capote (2005).

  • Cinco nominaciones al Globo de Oro; y también sólo lo ganó como Mejor Actor por Capote.

  • Mejor Actor del Festival de Venecia del 2012 por su papel en The Master.

  • Una nominación al Emmy como Actor de Soporte en la miniserie Empire Falls (2005).

  • Tres nominaciones al Tony por sus actuaciones en teatro.

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