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Santana es honrado en Washington

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WASHINGTON, D. C. — La noche era doblemente histórica para Carlos Santana, el exguitarrista de Tijuana que fue uno de los cinco icónicos artistas honrados el domingo en la 36 celebración anual de los Kennedy Center Honors.

Fue homenajeado este año junto a otros cuatro galardonados: El miembro del Salón de la Fama del Rock, Billy Joel; la actriz/bailarina Shirley MacLaine; la estrella de ópera, Martina Arroyo, y el grande del jazz, Herbie Hancock.

Santana se convirtió tanto en el primer inmigrante mexicano como en el primer músico de rock latino en recibir este prestigioso premio, que previamente se ha otorgado a íconos como Barbra Streisand, B. B. King y Yo-Yo Ma. (El nativo de La Jolla Gregory Peck, quien murió en 2003, sigue siendo el único sandieguino en ser seleccionado (en 1991) como receptor del Kennedy Center Honors.) También es solo el tercer artista hispano en ser seleccionado en la historia de los Kennedy Center Honors, mismos que fueron grabados por CBS-TV y saldrán al aire en San Diego el domingo 29 de diciembre en el canal 8 KFMB.

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El evento anual se ha descrito como la respuesta de Washington a los premios de la Academia y como el equivalente de la cultura pop a ser nombrado caballero. Sin embargo, mientras que recibió la distinción con humildad y orgulloso, Santana dejó claro durante una entrevista en la alfombra roja en el vestíbulo del Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas que su objetivo era trascender las fronteras, razas y nacionalidades a través de su música. “Para mucha gente, significa mucho (que soy latino)”, dijo de su selección para este honor más que prestigioso. “Para mí, significa que soy un rayo de luz, y si quieres que sea latino, negro, amarillo, ese ya es tu asunto. Yo soy un rayo de luz y quiero recordarles a todos, tú también lo eres. “Al igual que Jesús, Krishna, Buda, Alá, todos somos un rayo de luz... y luego tú puedes ser lo que quieras”.

Al preguntarle qué sintió cuando siendo adolescente se paró enfrente del Apex Music en el centro de San Diego a admirar las guitarras Gibson y Fender en el escaparate de una tienda, él sonrió ampliamente. “Definitivamente pude ver mi futuro”, dijo. Santana, de 66 años y quien ha sido residente de Bay Area desde principios de la década de 1960 y ha sido durante muchos años ciudadano norteamericano.

El domingo, él estaba sentado justo a la derecha del presidente Obama y la primera dama Michelle Obama en el palco presidencial en la Casa de la Ópera del Centro Kennedy, que estaba a su capacidad de 2300 personas. Otros homenajeados estaban sentados al otro lado del guitarrista. El público incluyó desde el presidente del Tribunal Supremo John Roberts y su colega, Sonia Sotomayor (quien estuvo presente para rendir homenaje a Arroyo, una amiga cercana), hasta Steve Winwood y Sheila E. Los dos últimos eran parte del tributo a Santana, en el cual interpretarían varias de sus canciones junto con Juanes, el guitarrista Tom Morello, el vocalista de Maná Fher Olvera, y el receptor en el 2012 de los Kennedy Center Honors, Buddy Guy.

En declaraciones en la alfombra roja antes de que comenzara el evento, Santana dijo que estaba especialmente complacido de ser honrado junto a Hancock, un viejo amigo y colaborador. “No dejamos que nadie nos defina ni nos encapsule ni nos limite”, dijo. “Somos músicos y tocamos en vivo. La mujer es la melodía, el hombre es el ritmo y la banda ¡no importa! Así que articulamos el lenguaje para vibraciones del sonido y nuestra intención es...”. En ese punto, Belafonte se coló por detrás de Santana en la alfombra roja y en broma dijo: “¡Mentiras, mentiras, mentiras! ¡Son puras mentiras!”. Los dos hombres comenzaron a reírse al igual que la esposa de Santana, el as del tambor de jazz, Cindy Blackman. Santana luego terminó de hablar. “Nuestra intención es seguir siendo individuos y (descubrir y expresar) la canción olvidada”, continuó. “Todo el mundo tiene una canción olvidada dentro de ellos y esa canción se trata de tocar la luminiscencia en tu vida. No se la des a nadie más. Belleza, elegancia, excelencia, a eso debes dedicarte. Di: Yo soy lo que soy. Yo soy la luz”.

Los cinco galardonados de la noche también fueron invitados el domingo a la exclusiva recepción de la Casa Blanca, que fue grabada en el Salón Este y se proyectó a la audiencia del Kennedy Center. (Éste es el texto completo del discurso del presidente.) “Ésta es verdaderamente una de nuestras noches favoritas del año, y no solo por todos los que visitan la Casa Blanca; este grupo también suele ganar el premio al ‘mejor vestido’”, dijo el presidente Obama riéndose. “Todos ustedes se ven espectaculares. Estoy un poco decepcionado de que Carlos Santana se haya puesto una de sus camisas más conservadores esta noche. ¡Hace unos años, podías verlas desde el espacio!... El hecho es que el diverso grupo de extraordinarios individuos que honramos hoy han demostrado ser lo mejor de lo mejor. A pesar de todo su éxito, toda su fama, han permanecido fieles a sí mismos y nos han inspirado al resto de nosotros a hacer lo mismo”.

Antes de varias presentaciones musicales en su honor, Santana fue homenajeado con las palabras de Harry Belafonte, cuya frase de apertura hizo reír de inmediato:

“Amigos, bueno… yo digo, no hay vuelta de hoja, tenemos que hacer algo sobre la inmigración mexicana. Cada día tenemos a gente como Carlos Santana que viene a este país y se queda con los trabajos que deberían ser para los estadounidenses de a de veras”. Después de algunas otras bromas, Belafonte se fue poniendo más serio y dijo: “Carlos se ha convertido en un ciudadano del mundo. Has trascendido la raza.

Continúa informando la experiencia de los inmigrantes en tu camino al sueño americano. Incluso sin la música, eres un humanitario esencial. Pero, con la música, eres como un dios. Tu música nos dice que nos movamos, nos dice que amemos.

Y qué privilegio es poderte regresar un poco de ese amor”.

Un mosaico de músicos estuvieron presentes para honrar a Santana. Fehr Olvera, vocalista del grupo de rock mexicano Maná, interpretó “Corazón espinado”, en español, mientras que Juanes y el guitarrista de Rage Against The Machine, Tom Morello (quien aparece destacadamente en el próximo álbum nuevo de Bruce Springsteen) se unieron para interpretar una alocada versión de Black Magic Woman. Luego se les unió Olvera con Oye como va, el cha-cha-cha de Tito Puente que Santana transformó en un éxito de rock y pop en la radio hace más de 40 años.

Buddy Guy, él mismo un homenajeado Kennedy Center en el 2012, habló del amor de Santana por el blues. Luego presentó una candente versión de Hoochie Coochie Man, el clásico del blues de Muddy Waters, escrita por Dixon Willie. Aún mejor estuvo la eléctrica interpretación de Everybody’s Everything por Steve Winwood y Sheila E, que se llevó una ovación de pie.

Hancock fue honrado por tres bandas diferentes, una de los cuales contó con el poco probable para ser el favorito del público, Snoop Dogg. Menos esperado aún fue cuando el comentarista conservador Bill O’Reilly elogió a Hancock dirigiéndose al público. “Ya sé, yo también estoy sorprendido”, dijo O’Reilly, reconociendo que él no es el fan más evidente de jazz o de Hancock, a quien llamó “un extraordinario norteamericano... Tu música me lleva a otro lugar, de forma natural”. Al comentar sobre la serenidad de Hancock, O’Reilly dijo: “Veánlo ahí arriba (en el palco presidencial), con el presidente y todos estos artistas brillantes. Él es el único allí arriba que no está nervioso por lo que voy a decir”.

La primera banda en honrar a Hancock fue el sueño de cualquier amante del jazz.

Contaba con el saxofonista Wayne Shorter, el trompetista Terence Blanchard, el pianista Chick Corea (quien a finales de 1960 sustituyó Hancock en el quinteto Miles Davis, que también contó con Shorter) y otros dos exDavis, el bajista Dave Holland y el baterista Jack DeJohnette (quien estremeció al público a pesar de que salió volando su pedal al inicio de su versión de la joya Davis pre-Hancock, Walkin).

Lo siguiente fue un segundo quinteto, esta vez liderado por el saxofonista Joshua Redman, quien tocó el energético hit de Hancock de 1960, Watermelon Man. Luego vino una tercera banda, con el exbajista de Davis, Marcus Miller, el guitarrista de África Occidental Lionel Loueke y el DJ Mix Master Mike para el Rockit de Hancock pero con un toque hip-hop. Esto fue seguido por la actuación sorpresa de Snoop Dogg, quien se defendió muy bien con su rap-jazz en Cantaloupe Island (con un fragmento de su propia Gin and Juice), con lo que electrificó a la audiencia.

Al final, las tres bandas tributo de Hanock cantaron al unísono, marcando lo que bien pudo ser la primera y última vez que Snoop Dogg y Wayne Shorter sean vistos en el mismo escenario al mismo tiempo. No se sabe si él y O’Reilly luego se juntaron a convivir en la cena post-evento en el Centro Kennedy.

Para la veterana actriz, cantante y bailarina MacLaine, de 79 años, el hecho de ser galardonada en la capital del país es una tradición familiar: su hermano menor, Warren Beatty, fue receptor del galardón Kennedy Center Honors en el 2004. Su reconocimiento inició con su colega la actriz Kathy Bates y seguido por una canción por Sutton Foster y Anna Kendrick, quienes cantaron una versión ganadora de It’s Not Where You Start de la obra de Broadway Seesaw.

Su tributo fue como cantarle las golondrinas a la aclamada soprano Arroyo, de 76 años, quien interpretó por última vez un papel de ópera en 1991. Sin embargo, está activa como maestra y varios de sus discípulos estuvieron presentes para rendirle un homenaje musical. Ese homenaje coincidió con el 200 aniversario del nacimiento de Verdi. Fue la actuación de Arroyo de su obra más famosa, Aida, lo que la convirtió en una estrella cuando la cantó al principio de su carrera en el Metropolitan Opera de Nueva York (como sustituta de última hora de una soprano enferma). La soprano Sondra Radvanovsky cantó O Patria Mia, siguiéndole la interpretación del tenor Joseph Calleja con Celeste Aida.

Solo podemos esperar que las cámaras que grabaron el especial de televisión para CBS hayan captado estos dos grandes de la ópera compartiendo el escenario, al igual que al resto del público cuando más tarde Snoop Dogg les pidió a todos los presentes que levantaran la mano y gritaran “¡Ho!” y “¡Hancock!”.

Para Joel, quien no ha grabado un nuevo álbum pop en 20 años, el reconocimiento del Centro Kennedy parecía inadvertidamente programado para coincidir con su reciente regreso a los escenarios. El músico, cantante y compositor de 64 años de edad se presentará el 17 de mayo en el Hollywood Bowl (los boletos salieron a la venta el viernes 6). La próxima presentación de Hancock, el jazzista de 73 años, en el Sur de California es el 14 de febrero en Los Ángeles en el Disney Hall.

El tributo musical a Joel, quien fue honrado por primera vez en un brillante discurso por Tony Bennett, fue una mezcla de varias cosas, donde Rufus Wainwright ofreció una impresionante versión de New York State of Mind; Garth Brooks, que con un tono desafiante sonaba como si estuviera cantando karaoke en su popurrí de Only the Good Die Young, Allentown y Good Night Saigon, donde salió al escenario un grupo de veteranos de Vietnam a ayudarle con el coro de la canción. Mejor, pero no tan bueno como Wainwright, fue cuando cantó Don Henley She’s Got a Way y la versión de la estrella de Panic At the Disco, Brendon Urie, con Big Shot.

Los brillantes elogios y cálidos sentimientos que dieron vida a la ceremonia del domingo, cuya maestra de ceremonias fue la actriz Glenn Close, fue un agudo contraste con el clima de afuera. Después de darle la bienvenida a la primera nevada de la temporada donde en algunos lugares alcanzaron más de una pulgada, comenzó a caer la lluvia helada la tarde del domingo. Pero el frío entumecedor no pudo evitar que el ánimo en el Centro Kennedy fuera subiendo la temperatura ni pudo evitar que al menos un homenajeado tuviera los ojos llorosos. “Traigo un nudo en la garganta”, dijo Joel tras bastidores.

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